lunes, 5 de octubre de 2009

No hay lugar para inocentes


Rebuscando entre papeles y carpetas de papeles ajados, encontré viejos escritos del cole y cosillas parecidas. Me ha hecho bastante gracia. A continuación trascribo, palabra por palabra, algo que escribí, según pone el papel, el treinta de noviembre de mil novecientos noventa y tres:

¿Quién puede decir "familias carentes de dinero" cuando su vida está resquebrajada por el malestar social de las familiar carentes, digamos, de otras cosas?. Si uno dejara de pensar en el mal de los demás por un momento, solo tendría su propia persona. Si esa persona se metiese en sus sentimientos inacabados y buscase en su interior, el fondo de las cosas, encontraría que la paja pinchada en el corazón del otro es la viga incrustada en sí mismo. Encontraría que no solo las familias materiales de hermanos, sino las sentimentales de clase y amigos, van al caos destructivo de las ruidosas e infernales pisadas del hombre hacia el futuro, buscando la razón de un ser querido.

La mente humana sigue un tópico y esto nos llevo por un camino mal llevadero hacia un dios menor. NO solo la falta de dinero sino la falta de amor y de una estancia en el regazo de mentes comprensibles nos llevan a seguir el camino empedrado y rugoso de los demás y los demás nos llevan a la temperatura bajo cero, a algo frió que congela los sentimientos y la importancia del por qué de nuestra existencia. Si avanzas un poquito y destapas tu nariz, empezarás a notar un cierto olor a podrido: nuestro podrido.


(Nótense las claras influencias de colegio de monjas y lectura reciente de JL Martín Vigil en el momento del desarrollo del presente escrito por parte del autor.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

UFFF¡¡¡que trabajito me ha costado leerte hoy ,pero menos mal que al final lo aclaras con MARTIN VIGIL

Nando Calleja dijo...

Normal que te cueste leerme! tenía 14 años por entonces... y vete tú a saber qué pajaros tenía por entonces en la chaveta