lunes, 30 de marzo de 2009

El asalto de la duda


- Arriba las manos!!- me asaltaba la duda.
- Ay, ay! qué quieres?.
- Pues no lo sé.
- Oye, como sigas apareciendo así, a mi me da un infarto.
- Ya... lo siento. Es mi sino.
- Bueno... y que quieres?.
- No sé, tu verás. Yo solo te voy a robar una opción. Mira, yo cierro los ojos y me das la que quieras... pero no vale escaparse, eh?.
- No, no, tranquilo, que no me voy a ningún lado. Total!! me ibas a pillar seguro en la siguiente esquina!!.
- Pues sí, la verdad. Venga, decide algo que no tengo todo el día. ¿Tu sabes la de "clientes" que tengo para hoy?.
- ¿Pero en serio puedo decidir yo mismo lo que me puedes robar?.
- Hombre, claro! Llámalo "el beneficio de la duda", si quieres.
- El caso es que no llego a decidirme del todo...
- No si... al final, te robaré lo que me dé la gana, y ya te darás cuenta de lo que te falta... tú solito.

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